Ciencia Política

War Room: Estrategias para conseguir el poder

El término War Room lo escuché por primera vez en mis actividades laborales. Justamente en el año 2012, cuando las campañas electorales para la elección a gobernador del Estado de Jalisco estaban en mitad del proceso electoral. Con poca experiencia profesional y recién egresado de la carrera de Ciencias Políticas, fui invitado a participar en un war room, de un partido político de mi estado. Siempre he sido fiel seguidor de las metodologías para obtener el poder y consideré ese momento para poner en práctica mis conocimientos. Estando en la sala de juntas, recordaba lecturas de Max Weber. «El poder se define como la probabilidad de imponer la propia voluntad en una relación social, incluso en contra de su propia resistencia». Este principio de la filosofía política vino a mi mente gracias a las conversaciones diversas, pero centradas en un tema en especial: derrotar al contrario. Ese momento fue precedido por una persona que comenzó la reunión con un mensaje alarmante: «Tenemos malos comentarios hacia nuestro candidato de sus adversarios políticos; tenemos que hacer que no impacte en el número de votos que reciba nuestro partido». Lo dijo de tal forma que me recordó lo siguiente del filósofo político Nicolás Maquiavelo:

«Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira».

Mi programa académico contenía una materia llamada Mercadotecnia Pública, lo opuesto al marketing político, que se define como la aplicación de técnicas y estrategias para promover candidatos, partidos políticos, ideas, propuestas políticas con la idea de conseguir el voto de los ciudadanos para lograr el cargo público por el que se inscribe ante las autoridades electorales durante la jornada electoral. Yo no estaba preparado para enfrentarme a esta situación, ya que no había estudiado marketing político, pero sí materias similares de periodismo, ya que no conté con esa preparación en mi carrera.

Sin embargo, sucedió algo muy curioso: durante las discusiones entre los participantes en aquella reunión, salieron temas tan variados como interesantes para mí. Los integrantes mencionaron: «Tenemos que minimizar las críticas al máximo de nuestros contrincantes», con el objetivo de no dañar la imagen del candidato en cuestión. En aquel momento me di cuenta de que todo se sabe y que unas pocas mentiras pueden destruir la imagen de un candidato.

Esto está determinado por el entorno político del momento y en ese momento entendí por qué se les denomina a estos grupos de trabajo » War Room» y sí, su objetivo es ganar la contienda electoral para obtener el poder y para esto se necesita de una «strategia», término griego, que permite a los generales saber conducir a su gente por el terreno y realizar movimientos militares efectivos para lograr la victoria.

Nicolás Maquiavelo, padre de la ciencia política, en diversas ocasiones expresa que el hombre, valiéndose de su razón, está capacitado para conquistar y destruir el reino del azar. El poder no se obtiene por mandato divino, sino por el que lo busca y lo que logra conquistar, y para eso se necesita de una estrategia.

El arte de la guerra de Sun Tzu menciona que la guerra debe ser ganada por la astucia y por tener mejor estrategia que tu enemigo. Por lo tanto, la estrategia política es llevada a cabo por ideología y discursos públicos que movilicen a las personas a actuar en favor del candidato. Este escenario se da en un conflicto y siempre va a existir un enemigo y que luego se convertirá en un perdedor. El poder se obtiene en una lucha, una batalla ideológica, y para mí es una de las ideas paradigmáticas de nuestra sociedad que más han dañado a nuestra cultura y que moldean nuestra naturaleza social.

Veamos ahora lo siguiente: si no existe el enemigo, no necesitamos estrategia, no es necesario el poder, el Estado estaría fundamentado en la igualdad. Diversos sistemas políticos han intentado funcionar de esta manera, como el socialismo y el comunismo. Sin embargo, las democracias también tienen tintes de igualdad. Pero me pregunto: ¿Existe algo más? ¿O el poder siempre se va a obtener mediante el conflicto y la estrategia? Hasta ahora, la democracia es uno de los sistemas políticos que nos permite vivir en conflicto, pero respetando nuestros derechos fundamentales.

El conflicto como mecanismo para obtener el poder

Hemos mencionado en diversas ocasiones que uno de los valores fundamentales de la democracia es la tolerancia, respetar la diferencia, pero todos sabemos que existen límites. ¿Qué está permitido? Unas elecciones están determinadas por la ley electoral de cada gobierno. En ellas están las sanciones a conductas desleales de los candidatos y las reglas de la contienda electoral. La democracia es un campo de batalla con reglas establecidas para que no exista violencia, más que un debate de ideas y que, por lo tanto, como dice Maquiavelo, gane la razón y esperemos que no se use la violencia física. Es por eso que la democracia es el sistema menos malo que hemos logrado.